Desde este espacio que hoy tengo la posibilidad de compartir, mi mas grande anhelo es contribuir en el desarrollo del SER de cada una de las personas que se acerquen hasta mí en la búsqueda de una luz para las mas simples y también las mas complejas situaciones por las que cada uno pudiera estar atravesando.

La vida nos pone a todos ante distintas circunstancias. Personalmente me ha tocado vivir varias experiencias. Empezaré contándote que soy Ecuatoriana viviendo en Argentina, nací en el seno de una familia de clase trabajadora, comerciantes, artistas, cantores y poetas. Somos nueve hermanos, cinco de los cuales son varones mayores que yo, y para ellos la llegada de una niña fue, según me cuentan, la gloria y la magia de sus días, su mas grande deseo les fue concedido. Siento que a partir de entonces empieza mi responsabilidad y compromiso en este mundo. La familia siguió creciendo, después de mí nacieron dos varones y otra niña. Mis padres permanecían todo el tiempo trabajando de tal manera que debíamos cuidarnos los unos a los otros. Ese compañerismo desarrolló en nosotros un amor tierno, profundo e inquebrantable. Todos los hermanos colaborábamos en los negocios de nuestros padres, me eduqué con la cultura del tesón y del trabajo. Mi primer trabajo oficial fue comercializando productos de la línea Óptica.

Conocí a mi esposo Argentino, presidente y fundador del Instituto de Programaciones Culturales IPC en Ecuador, empresa dedicada a la importación, exportación y distribución de enciclopedias y libros y a la difusión por medio de cátedras y conferencias del programa “Escuela para Padres” que se llevó a cabo por todo el largo y ancho del territorio ecuatoriano orientando a padres en la hermosa tarea de educar a sus hijos mentalmente sanos y felices. IPC se fundó en Argentina en marzo de 1987, sociedad de la que formé parte como socia y vicepresidente y en la que permanecí hasta el año 2000. Al mismo tiempo tenía mi negocio personal, “CENTENARIO LIBROS” en donde tenía tiempo para hacer lo que me encanta que es leer, aprender y sobre todo compartir lo aprendido. 

Me gusta bailar, bailo desde que tengo uso de razón. Di clases de varios ritmos latinos y por unos años me dediqué a la danza paralelamente a los otros negocios. Mas adelante me formé en Medicina Estética y puse un Centro dedicado a la belleza, el desarrollo personal, el autoconocimiento y el bienestar del SER incorporando servicios de Spa y múltiples terapias holísticas, labor que he venido desarrollando desde el año 2000 hasta la fecha. Cada año incorporo una nueva disciplina así que no te haré una larga lista de grados y diplomas, vivo en una ciudad pequeña en donde todos nos conocemos, he trabajado con cientos de personas, ellas son el mejor certificado de garantía.

El desarraigo fue para mí, si algún calificativo le tengo que dar, una experiencia “extrema” y porque no decirlo, dolorosa, sin embargo a partir de entonces aprendí a templar el carácter, incorporar una nueva cultura, conservar la mía, logré sortear los mil y un aspectos que me impulsaban a “tirar la toalla” y salir corriendo, clamé, oré, medité, pedí, rogué, y finalmente llegó la luz, la vida me enseñaba a cada paso el difícil arte de ir tomando las cosas como se presentan, y me mantuve firme en pos del amor y la familia, tomé decisiones trascendentales con plena conciencia, resolví que estuviera donde estuviera y pasara lo que pasara, sería feliz, y tendría una vida altruista, digna de ser vivida en paz y con alegría. Ya se encargaría la vida de enseñarme nuevas y difíciles experiencias.

Tengo tres hijos varones que son el motor que me impulsa cada día. El primero dejó este plano faltándole dos meses para cumplir los 22 años, me siento muy agradecida de haberlo parido, de haberlo conocido y de haberlo amado ese corto tiempo, su memoria es una gran fuente de amor, fortaleza e inspiración. El segundo es un joven tierno y hermoso del que he aprendido las cosas trascendentales de la vida como el amor incondicional, la paciencia, la perseverancia, los distintos tipos de inteligencia, aceptar lo que no se puede cambiar, la creatividad diaria que hay que tener para resolver los distintos pequeños y grandes desafíos, desarrollar una comunicación con códigos, sin palabras, solo con el lenguaje del amor, el tiene síndrome de Marden Walker. Y mi tercer hijo un hermoso joven que nos trajo amor, esperanza y libertad. Y que está caminando hacia el encuentro de su propia libertad y felicidad.
Hace 19 años que tengo la alegría de trabajar con personas, labor que me ha dado infinitas satisfacciones y de la que me siento muy agradecida. Hoy en día también tengo la fortuna de colaborar con muy importantes empresas. De tal manera que solo puedo sentirme privilegiada de servir a los demás que es lo que me apasiona. Sueño con un mundo de gente feliz, que se ame a sí misma, que disfrute su existencia y sienta que la vida vale el esfuerzo de vivirla.

Con amor.

Zayra.